LA EMBOSCADA EN QUE EL HUASCAR FUE CAPTURADO Y LA ATROZ MUERTE DE MIGUEL GRAU

La instrucción era clara. Había que neutralizar al Huáscar. El monitor peruano, que había mandado al fondo del mar a la Esmeralda en Iquique, se había convertido en un problema para los altos mandos chilenos, que en ese primer año de la Guerra del Pacífico no conseguían imponerse en el mar. Peor aún, el Huáscar y la Unión,  habían conseguido incursionar en las aguas chilenas, apresar algunas  embarcaciones y hasta un transporte (el Rímac). Incluso, la Unión había llegado hasta la lejana Punta Arenas. 

Mientras en Chile la crisis obligaba a hacer cambios en la dirección de  la guerra, en septiembre de 1879, el Huáscar, junto a la corbeta Unión,  se hallaban en Arica. Su comandante, Miguel Grau, había insistido al  alto mando peruano por reparaciones para su maltrecho monitor y mejoras  en las condiciones de su tripulación. Pero el presidente Mariano Ignacio Prado no atendió la petición y le asignó una nueva misión. Debían  navegar hacia el sur, desembarcar oficiales bolivianos en Pisagua, luego seguir hasta aguas chilenas para causar los mayores daños. Eso sí,  el Huáscar debía evitar a toda costa a los blindados chilenos, Cochrane y Blanco Encalada, muy superiores en tonelaje y armamento.

“En una comparación bastante gruesa podemos decir que el Huáscar  desplazaba 1.130 Tn. Mientras que cada blindado chileno era de 3.560 Tn -explica el historiador Rafael Mellafe-. En términos de medidas, el Huáscar  tiene un largo (eslora) de 60 mts. y un ancho (manga) de 10,66 mts. Las  fragatas blindadas chilenas tenían una eslora de 64 mts. y una manga de  14 mts. Sobre el armamento principal, el Huáscar tenía 2 cañones  Armstrong de 300 libras (indica peso del proyectil) mientras que los  buques nacionales tenían 6 cañones de 250 libras”.

Hasta ese momento, el Huáscar desempeñaba sus  funciones en medio de la expectación de los peruanos, que veían con  algarabía cada incursión exitosa del monitor. “Al Huáscar se le seguía  con mucha algarabía y patriotismo, cada llegada del Huáscar al Callao  luego de sus travesías implicaba su recibimiento por multitud de  peruanos y peruanas que se apostaban en el viejo puerto colonial a  recibir al pequeño monitor y su gran capitán, explica a Culto el historiador peruano Daniel Parodi.

De hecho, Parodi agrega que el blindado desempeñaba una función  estratégica importante, sobre todo tras la pérdida del acorazado  Independencia, el mejor buque peruano, en el combate de Punta Gruesa.  “La labor del Huáscar fue ganar tiempo para preparar la guerra terrestre y vaya que lo hizo, casi en solitario, contra toda la armada chilena  persiguiéndolo. De alguna manera, la victoria peruana de Tarapacá, del 27 de noviembre de 1979, no se explica sin los casi 6 meses que el  Almirante Miguel Grau y su monitor, el Huáscar, junto a su tripulación,  prolongaron la fase naval de la Guerra del Pacífico”.


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